Parece que el bodegón tiene su inicio iconográfico en Egipto. Los pueblos primitivos siempre han dejado comida a sus muertos. Ya en el neolítico hay cántaros y platos en las tumbas, una ayuda para el inicio del último asombroso viaje que emprendían. Son los egipcios los que ante exigencias que desconocemos, deciden pintar la comida en la pared de la tumba, en lugar de limitarse a depositarla.
La realidad trasciende a la descomposición y a la muerte. El hombre se representa a sí mismo y a lo que le rodea para escapar del tiempo.
La pintura de alimentos, desde el comienzo es de pequeño formato, el bastidor se abarca con las manos, en la que cada centímetro cuadrado va a ser examinado con atención. No hay segundos planos, ni fondos.
La existencia de un único motivo estimulaba al artista para hacer una exhibición de su virtuosismo, engañar al ojo y que la representación parezca real - el paradigma de la pintura griega era el archicitado fresco de Zeuxis, en el que había unas cerezas pintadas con tal realismo, escribía Plinio, que los pájaros acudían incesantemente a picotearlas.
Ofrecer comida es un ritual simbólico que evidencia la transición de la barbarie a la civilización. La mesa con alimentos es un espacio ritual.
En contraposición a otros temas pictóricos (mitología, paisaje, representaciones históricas...) la naturaleza muerta es un descenso a la vida real, a lo cotidiano al momento vivo y verdaderamente existente.
Extractos de 'Una mirada en palabras'. Alberto Corazón, Seix Barral 2008.
Bodegón de caza, hortalizas y frutas. Juan Sánchez cotán
Agnus Dei. Francisco de Zurbarán. (en la exposición: La belleza Encerrada)
Museo del Prado
justo ayer paso un cordero por el curro, al final no me dio tiempo a dibujarlo.
ResponderEliminarEl primer bodegon es de cine
¡Qué visita más maja tuviste!, ¿era máscota? ¿o futuro trabajador ovejuno?.
EliminarÉste se podía dibujar todo el tiempo que quisieras, ni se movió.
Muchas gracias.