El trabuco

Pasando por Cuchilleros, me fijé en el grupo de guiris que se arremolinaba entorno al portero-bandolero de la cueva más famosa de Madrid y me acordé de una noticia que leí hace algunos años (2013), más que información me pareció una anécdota divertida de unos policía muy celosos con la normativa.

El trabuco de Luis Candela

Las  Cuevas de Luis Candelas es un restaurante que abrió sus puertas en 1949, en una zona de cuevas o sótanos bajo la plaza Mayor de Madrid que a mediados del siglo XIX, sirvió de guarida y cobijo a célebres bandidos capitaneados por Luis Candelas.
En la actualidad se conservan en gran parte tal y como fueron usadas por aquel generoso bandido. Para realzar este ambiente, los camareros visten indumentarias de época, en consonancia con el local.

En estos 67 años de historia han pasado por sus mesas celebrities, políticos y autoridades diversas siempre recibidas por el conocido bandolero con su arma en ristre.
Pero un día cayó por allí una pareja de municipales:

Lo explica Jose, el camarero que, disfrazado de bandolero, suele hacer guardia en la puerta misma del local, junto a la Plaza Mayor de Madrid, al lado del Arco de Cuchilleros. «Estaba dando una vuelta por la calle cuando de pronto aparece un coche de la Policía Municipal, se bajan dos agentes y me dicen: 'Oiga, disculpe, ¿tiene usted licencia para ese trabuco?'. Entrégeme el trabuco». Y el bandolero se negó: «Le dije que no. Que no les daba el trabuco».
Pero no quedó ahí la cosa: «Les dije que el trabuco tenían que venir a verlo aquí dentro, al restaurante. Así que les veo que aparcan un poco más abajo, y suben poniéndose los chalecos antibalas». Le pedimos, educadamente, que lo repita: ¿dos municipales poniéndose chaleco antibalas por el trabuco de un camarero disfrazado de bandolero en plena Plaza Mayor de Madrid? «Venían con los chalecos antibalas, es verídico, como te lo cuento».
Ya dentro de la particular situación, y de la alarma de los agentes por el dichoso arma, que por cierto lleva inscrito el año de su nacimiento en el lomo -¡«1837»!-, hay que imaginarse la cara de los policías al entrar en el local, cuyas paredes están repletas de pistolas del año catapún y navajas de cuando La Pepa, por lo menos. Estaban descubriendo todo un peligroso arsenal junto a la Plaza Mayor de Madrid.
Los agentes dialogan a renglón seguido con Félix Colomo, propietario e hijo del fundador, que explica la conversación: «Me decían que se tenían que llevar el trabuco, y yo les decía que no, que este trabuco lleva en la puerta desde 1949, el mismo siempre, que nadie lo había robado ni se le deja jamás a nadie, y que no, que este es un negocio respetable y no les iba a dar el trabuco, y ya está».

Sigue el sainete: «Entran conmigo dentro, les dejo ver el trabuco, y me dicen que yo con esto no puedo estar en la calle porque es un arma de fuego, que puedo cargarla en cualquier momento y disparar a alguien. Tal cual», cuenta riéndose.

Extracto de la noticia en El Mundo del 21/11/2013.


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