Maruja Mallo

Esta semana ha empezado la nueva temporada artística con la Madrid Weekend Gallery, donde las galerías asociadas presentan sus apuestas/artistas para esta estación. Me pasé por algunas y me gustó descubrir a esta artista de la generación del 27 ¿! que ni nombrada en cuando estudié en el instituto.

Maruja Mallo

Fue una pintora gallega célebre por sus amoríos y amistades peligrosas. Decidió vivir su existencia en insobornable libertad y el personaje acabó por eclipsar a la artista.

Ahora, su obra, meticulosa y audaz, vuelve a reivindicarse en una exposición en la Galería Guillermo de Osama (abierta hasta el 10 de noviembre).


Maruja Mallo (1902 - 1995) era 50% vanguardia, 50% estridencia: una mujer avanzada a su tiempo, más arriesgada que sus compañeros de generación y menos complaciente que el resto. Todo en ella era diferente. Era culta, ordenada y metódica, pero también transgresora, torbellino y mística. Se podría decir que llegó un momento en que se dejó llevar por ese personaje maquillado al estilo japonés y con ojos enmarcados en un infinito rabillo negro. Y, entonces, el mito comenzó a hacerse mayor y la atención se fijó más en la máscara que en la obra. 

Mallo, a su llegada a Madrid a principios de los años 20, se formó junto a los jóvenes artistas del arte nuevo como Salvador Dalí. "La Academia de San Fernando le da esa profunda raíz académica que siempre tuvo. Ella fue una mujer muy cultivada, que estuvo al tanto de las vanguardias y con un bagaje histórico muy fuerte".
Desde entonces, comenzó a relacionarse con personalidades como Manuel Altolaguirre, Concha Méndez, Rafael Alberti, María Zambrazo, Pablo Neruda y José Ortega y Gasset, quien le organizó una exposición en la Revista de Occidente, en 1928. "Se conocieron a través de una amigos comunes y, al conocer su obra, le cedió el espacio. Tuvo un éxito apoteósico. Desde ésta muestra hasta la última que tuvo lugar en 1936 son poquísimos los artistas contemporáneos con tanto apoyo y repercusión", sostiene el comisario.

Ella siempre fue una mujer libre, independiente y que consiguió sus objetivos saltándose cualquier obstáculo y enfrentándose a todo lo que se le oponía. Si bien es cierto que, desde pequeña, contó con el apoyo de sus padres -en especial de la figura paterna, un hombre culto y liberal que fomentó su faceta artística- siempre fue por delante de ellos, de la vida cultural de su tiempo. "Con el paso de los años se convirtió en una leyenda y su personaje comenzó a comerse a una artista rigurosa, seria e importante". Sus relaciones amorosas con Rafael Alberti y Miguel Hernández hicieron más grande, aún si cabe, el mito. "Su novio oficial fue Alberti. Los dos se influyeron mucho artísticamente. Así se habla de la huella de Maruja en Sermones y moradas, donde le escribe sin citarla. Más tarde, le dedicó una carta donde le pide perdón por haberse olvidado de ella".

Ya entonces la modernidad de su obra correspondía a su transgresora personalidad. En 1932 expuso en la Galerie Pierre de París, donde André Breton le compró un cuadro. Durante su exilio en Buenos Aires entre 1937 y 1962 expuso en Nueva York (1948), de vuelta en París (1950) y en Buenos Aires (1957). A su regreso a España, se encontró con un país que la había olvidado y a pesar de ello fue capaz de recuperar su prestigio. En los 80, la figura de Maruja Mallo fue recuperada por las jóvenes generaciones de críticos y artistas de Madrid, y entre los coleccionistas destaca la cantante Madonna. "Maruja", añade, "se llevaba muy bien a sí misma. Tenía muy bien entendido lo que era el arte y la forma de exponerse". Sin embargo, apenas volvió a pintar hasta su muerte, en 1995

fuentes y más info: elpais.com, elmundo. eswikipedia.org


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