Plaza del Rey

Plaza del Rey by aidibus
El 2 de Mayo de 1.808 los franceses que ocupaban España, querían trasladar a Bayona a los Infantes don Antonio y don Francisco de Paula. Esto hizo que el pueblo de Madrid cayese sobre los invasores dando muerte a algunos de ellos, pero cuando estos se reagruparon, fue imposible hacerles frente.

Los militares españoles tenían orden de no moverse y de disparar al tumulto que se había producido en la plaza de Palacio. En las calles los paisanos furiosos, se abalanzaban sobre los franceses armados. Estos decidieron ocupar el Parque de Artillería donde se encontraban los cañones que podrían ser utilizados en su contra. Los artilleros y la escasa tropa de Infantería española que ocupaban el Parque, aunque tenían orden de no disparar contra los franceses, decidieron no permitir la ocupación, pero la superioridad del ejército invasor hizo que estos tomaran en poco tiempo el Parque de Artillería. 

Mientras ocurrían estos hechos, el Teniente Jacinto Ruiz Mendoza se encontraba su casa enfermo en cama con fiebre. Al escuchar los primeros disparos en la calle, decide partir corriendo a la Calle Ancha de San Bernardo donde se encontraba su Cuartel para ocupar su puesto de combate. El Coronel de la Unidad, Marqués de Palacio, cediendo a las instancias del Capitán de Artillería D. Pedro Velarde y a las masas populares, decide enviar a la 3ª Compañía del Segundo Batallón al mando de D. Rafael Goicoechea con treinta y tres fusileros al Palacio de Monteleón para que hicieran respetar el Cuartel y Parque de Artillería que estaban allí situados. 

Llegado al Cuartel de Artillería, en cuyas puertas se agolpaba la muchedumbre. Desoyendo las ordenes de su Capitán, el Teniente Ruiz penetra en dicho Acuartelamiento dirigiéndose al Capitán francés en estos términos: "El primer batallón de voluntarios del Estado está a la puerta y los demás vienen marchando. Ya que por vuestra parte han empezado las hostilidades es forzoso entregarse inmediatamente, de lo contrario seréis pasado a cuchillo". El francés temeroso permite el paso al batallón que en realidad era una escasa Compañía, colocándola Ruiz frente a los franceses, mandando preparar las armas, lo que hizo que los invasores arrojaran las suyas. 

En ese momento, el artillero español que guardaba la puerta abre las mismas, permitiendo que la multitud penetrase en el recinto militar y se apoderase de las armas, aclamando a Ruiz como libertador. En lugar de quedarse en el Parque de Artillería para defenderlo, las masas salen corriendo con las armas por las calles de Madrid. Velarde consigue cerrar la puerta quedando en el interior 80 civiles armados y encerrando a los 81 franceses en las cuadras situadas en el fondo del patio del Parque. 

En ese momento se presenta un destacamento francés que viene a recuperar el Parque. Ante la negativa de los voluntarios españoles, se produce una descarga francesa que es contestada por los españoles, causando numerosas bajas entre el enemigo y la huida de este. Unos momentos después regresan con gastadores con hachas que empiezan a romper las puertas, pero el fuego de los fusiles y el disparo de cañón que realizan desde dentro Daoiz y Velarde consiguió ocasionar numerosas bajas al enemigo obligándole a retirarse. 

El pueblo armado atacó a los franceses desde la retaguardia, haciéndoles replegarse. Daoiz y Velarde aprovecharon para sacar dos cañones y colocarlos a la derecha de la salida del cuartel mirando hacia la calle Ancha de San Bernardo, dejando otro en la puerta que da a la actual calle Dos de Mayo. Otro permaneció en el patio y el último, servido por las mujeres cuando murieron o fueron heridos los artilleros, se situó en las calles que estaban en el extremo superior de la de San José. 

Se consigue durante más de tres horas, con poco más de 100 hombres entre artilleros, soldados y paisanos, repeler los tres furiosos ataques realizados por más de 1.000 franceses. Uno de los cañones fue confiado a Jacinto Ruiz, quien resultó herido en el brazo izquierdo por una bala de fusil, no cesando por ello, a pesar de la abundante sangre que pierde, de dar voces de Fuego a los artilleros. Tras serle vendado el brazo, volvió a su puesto que era cañoneado por dos piezas enemigas emplazadas en la calle Ancha. 

En ese momento aparece una columna cuyo jefe es el Capitán de voluntarios D. Melchor Álvarez quien expresa a Daoiz la indignación del Gobierno por la revuelta que encabezaban contra los franceses. Ese momento es aprovechado por el enemigo para por sorpresa aproximarse a las tropas españolas con la intención de atacarles. Dándose cuenta del hecho, Ruíz hace fuego de cañón, abriendo una brecha en las tropas francesas. Se inicia una lucha cuerpo a cuerpo, quedando prisioneros el Coronel y algunos Oficiales franceses; cargando estos a bayoneta y contraatacando el pueblo. Cae Daoiz mortalmente herido de una estocada, mientras que Velarde es asesinado por un disparo que le entra por la espalda y le sale por el pecho disparado por un oficial de la guardia francesa. 

Solamente Ruíz queda dentro del patio dispuesto a continuar la lucha hasta sus últimas consecuencias. En ese momento, con escasez de municiones, rodeado de cadáveres y humo, un segundo balazo penetra por la espalda y sale por el pecho, dando con él en tierra y cayendo así el último defensor. En ese momento acaba la lucha debido a que el Capitán Goicoechea se rinde y el enemigo entra en el Parque de Artillería. 

El General francés Murat, enterado de las elevadas pérdidas que había tenido la División Lefranc, ordena fusilar a los defensores españoles y en especial al Teniente Ruiz. Este había sido conducido en hombros por sus soldados, depositándolo en su cuartel y desde allí es trasladado a su domicilio, sito en la Casa de Dña. Mª Paula de Variano donde se oculta, siendo curado de sus heridas por el doctor D. José Rives. La noticia que oyó a sus asistentes de que había sido sentenciado a muerte le hizo arrojarse de la cama lamentando no haber perecido son su compañeros Daoiz y Velarde; teniendo los presentes que retenerle en el lecho. 

El doctor Rives consigue mejorarle de sus heridas y Ruíz decide incorporarse a las tropas que combatían contra los franceses. El Gobierno le destinó a un Regimiento de Guardias Valonas de Badajoz, laureando su heroísmo con el empleo de Teniente Coronel. Agravándose sus heridas, Jacinto Ruíz vivió en Badajoz bajo el cuidado de su tío Juan Cebollino, Tte. Coronel del Regimiento de Badajoz y más tarde en Trujillo (Cáceres). Fallece el 13 de marzo de 1.809 cuando aún no había cumplido los 30 años.

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