Las palmeras

Las palmeras son para muchos millones de habitantes de los trópicos, el alimento y la casa, la barca y la techumbre, el cesto y el sombrero, la ropa, la cuerda, la madera, el mueble, la fibra y el papel, el aceite y el azúcar, el vino y el licor, el pienso del ganado, la rafia, la miel, el lugar donde colgar la hamaca, la cera, el fruto seco, el almidón, el marfil vegetal, el bastón y la cerbatana, el arco y las flechas, el tinte, la sombra, el esbelto faro de las islas perdidas… (J.A. del Cañizo Perate, 2002).


En el Antiguo Egipto, la palmera era el símbolo del principio masculino en la naturaleza y representaba al dios Thot, inventor de la escritura y dios de la sabiduría y la ciencia, por lo tanto sus atributos eran un utensilio para escribir o una hoja de palmera datilera. La palmera también era el símbolo de la fertilidad.

Según la leyenda relatada por Ovidio sobre la fundación de Roma, Rómulo y Remo, se aparecen en un sueño a su madre, poco antes de dar a luz, bajo la forma de dos palmeras datileras de ramas majestuosas que se erguían hacia el cielo simbolizando un buen augurio de la grandeza futura de Roma.

Otras manifestaciones de la antigüedad de la palmera y de su relación con el hombre las encontramos en varias religiones, así a Jesucristo se le dio la bienvenida a Jerusalén con hojas de palmera, la palma de esta planta se utiliza en numerosas celebraciones judías y Mahoma dijo: “el hombre debe ser recto, justo y generoso como la palmera”.

Las palmeras, ayudadas por el cine y la literatura, han sido rodeadas siempre de un halo de exotismo, misterio y evocación de lejanos paraísos, a través del inconsciente colectivo que las asimilaba a lujo, placeres y paisajes inalcanzables. Nuestros viajeros de los siglos XIX y XX, como los indianos, volvían y plantaban palmeras en sus casas solariegas como símbolo de poder, desahogo y riqueza.


De esta forma se introducen en el sistema verde urbano y en el territorio a través de urbanizaciones e instalaciones hoteleras, aspirando a que la visión de estas palmeras induzca, en el inconsciente colectivo, a deseos de paraísos alcanzables, placeres tropicales y lujos deseables.

Las palmeras

La ilustración corresponde a una zona de viviendas unifamiliares situada en el Alto de Extremadura, calle Clemente Fernández, es una colonia para ferroviarios construida entre los años 20 y 30, siguiendo el modelo de ciudad lineal de Arturo Soria. Es conocida en el barrio como “hotelitos”.
Mientras dibujaba desde la parada del autobús, una señora me dijo que estaba en el mejor cruce del barrio para encontrar taxi. A mi lo que me gustaron fueron las palmeras y las casitas.


Fuente: "La Palmera, Símbolo de Poderío o Contribución al Sistema Verde en un Escenario de Cambio Climático". 
Manuel Enrique Figueroa y María Teresa Rojo, Septiembre 2009 

Comentarios