Camino al molino

Camino al molino

El grupo de molinos de viento es un gran gran atractivo de esta tierra que refleja una imagen típicamente manchega y quijotesca.

Los molinos de viento de El Romeral se localizan al noroeste del casco urbano del municipio; dos de ellos a lo largo del camino de Yepes (Molinos Muela y Los Gorrinos) y dos en el paraje conocido como Las Eras, sobre el cerro del Santo (Molino El Pechuga y El Crítica) y la primera referencia a un molino de viento en El Romeral viene recogida en el Catastro de Ensenada, que se remonta a 1752.
  • El molino "El Pechuga", que aunque sufrió una reconstrucción severa, aún conserva su maquinaria intacta y además fue el último molino de viento en dejar de moler los granos de trigo, con los que posteriormente los vecinos de este pueblo realizaban su pan.
  • Los molinos "El Crítica" y "Los Gorrinos", están configurados como lugar de exposición y son utilizados para este fin en determinadas ocasiones del año.
  • El último molino "Muela" está pendiente de ser restaurado, ya que es de propiedad privada. La entrada a los molinos esta libre de cargo, pero si lo quieren visitar deben de ponerse en contacto con el ayuntamiento, en el teléfono 925-126-000 .
En ciertas fiestas la Asociación Cultural “Romeral Vivo”y el Ayuntamiento pone en marcha el antiguo molino de viento “Pechuga” realizándose una molienda muy atractiva para los vecinos y visitantes.

El Romeral además tiene una amplia tradición industrial por su dedicación durante siglos al trabajo del esparto. En tiempos de los romanos se conocía el lugar como Campo Espartano por la calidad y cantidad que producía y la importancia de la materia en aquel momento. Esta actividad tiene como homenaje la estatua de bronce “a la mujer pleitera” (que es la que se encargaba de esta labor )y el Museo del Esparto, dedicado al conocimiento de esta artesanía, y es lo que después de la guerra les salvó de la pobreza.
Estas crónicas narran que vecinos de El Romeral iban con sus productos de esparto a venderlos a las ciudades de Castilla La Vieja. Valladolid, Burgos, Ávila y otras poblaciones más son testigos del paso de los arrieros romeraleños con sus productos trabajados de esparto.
El esparto, su industria, fue el soporte económico principal, junto a la agricultura, hasta la mitad del siglo XX. La penetración en el mercado de géneros vulcanizados, gomas y cauchos certificó la muerte de esta actividad, que hoy solo se práctica por algunos aventajados y está encaminada al tejido del esparto con fines de decoración o souvenir.

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