Vuelve al Prado

"Hermoseaba la capital del reino y contribuía al lustre y esplendor de la Nación", así se anunciaba  la apertura del Museo del Prado en la Gaceta de Madrid en 1819. El Prado sale a hermosear Madrid para celebrar el Día Internacional de los Museos.

Felipe II señalado 

El Museo Nacional del Prado 'saca' sus obras a la calle. Una veintena de réplicas de su colección están colgadas en lugares inesperados de la ciudad para sorprender e invitar a visitar los museos. Es una idea desarrollada y creada por el propio Museo, con la colaboración del ayuntamiento, Telefónica e Iberia.

La reproducción de las pinturas seleccionadas recrea el formato de los originales tal y como se presentan en el museo, enmarcados y acompañados de una cartela explicativa que en esta ocasión también incluye un código QR para ampliar la información y facilitar la posibilidad de comprar la entrada a través de cualquier dispositivo móvil mediante la nueva herramienta impulsada por Telefónica “Prado Puerta Digital”.


La obra colgada en la Calle Mayor, 72, 28013 Madrid.

Felipe II, 1565. Óleo sobre lienzo, 88 x 72 cm. 

Sofonisba Anguissola llegó a España en 1559 para servir como dama de la reina Isabel de Valois (1546-1568), tercera esposa de Felipe II

Pintora de reconocido prestigio en su Cremona natal, en la corte española no ostentó ningún cargo relacionado con su profesión, pero sabemos que realizó numerosos retratos de la Familia Real. En esas obras la artista muestra su estrecha vinculación con el retrato de corte español, pero evidenciando al mismo tiempo matices que le son propios: suavidad en el modelado, empleo de una iluminación difusa y una pincelada sutil y menuda que deshace por medio de delicados frotados. 

Este retrato de Felipe II es una de las imágenes más elaboradas de Sofonisba, quien lo pintó en 1565, cuando el monarca estaba casado con la reina francesa, si bien lo retocó después en 1573 para hacerlo emparejar con el de su cuarta esposa, Ana de Austria

La radiografía de la pintura nos muestra que, inicialmente, el rey se cubría con un voluminoso bohemio y la mano derecha sobre el pecho, señalando al Toisón. La intervención posterior en la pintura no representó cambio alguno en cuanto a la cabeza del Rey, pues sin duda éste quedó satisfecho por la juventud y serena distancia con que fue pintado en 1565. La artista enmendó, sin embargo, detalles de la vestimenta, sustituyendo el bohemio por una ligera capa de seda negra que hace más grácil la figura. Al tiempo, desplazó la mano derecha sobre el brazo de un frailero, un sencillo pero elocuente gesto para el espectador de la época, que evocaba de inmediato la auctoritas regia, una percepción que se refuerza con la espada que ciñe el monarca. 

El retrato de Anguissola cuadraba bien con la proyección que de su propia imagen construyó Felipe II, bastante apartada de la militar de su padre; el rey es un elegante y distante cortesano, el primer funcionario del reino, distinguido tan sólo por su apostura y por el imprescindible Toisón de Oro que luce sobre el jubón negro. 

Sin duda, la nota más original la ofrece el rosario que sostiene en la mano izquierda. Fue precisamente en 1573 cuando el papa Gregorio XIII instituyó la fiesta del Rosario, en conmemoración de la victoria cristiana en Lepanto (el 7 de octubre de 1571), a fin de propiciar el triunfo de la fe católica.

Ruiz Gómez, Leticia, Sofonisba Anguissola, Felipe II. En: El arte del poder. La Real Armería y el retrato de corte, Madrid, Museo Nacional del Prado, Patrimonio Nacional, 2010, p.176

Fuente: el museo del Prado y marketingnews.es


 


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